Reflejos en el Espejo del Desconcierto: Narrativas de la Angustia Cotidiana

El espejo del baño siempre ha sido mi peor enemigo. Cada vez que me enfrento a él, veo reflejada una versión distorsi...

El espejo del baño siempre ha sido mi peor enemigo. Cada vez que me enfrento a él, veo reflejada una versión distorsionada de mí misma.

Mis ojeras, mi piel apagada, mi cabello desaliñado. Es como si el espejo se empeñara en recordarme lo agotada y desanimada que me siento.

Es como si me estuviera gritando: "Mira lo que has hecho de ti misma". No es solo el espejo del baño, es cualquier superficie reflectante.

Los escaparates de las tiendas, los vidrios de los edificios, incluso el reflejo en los ojos de otras personas. Siempre veo la misma imagen desoladora.

Me pregunto si alguna vez podré mirarme sin sentir ese nudo en el estómago, sin sentir que mi propia imagen me causa angustia. A veces me pregunto si soy la única que se siente así.

Si todas las personas que veo en la calle, con sus vidas aparentemente perfectas, también se enfrentan a sus propios espejos del desconcierto. Si también luchan contra la angustia cotidiana de no sentirse suficientes, de no sentirse a la altura de las expectativas.

Intento recordarme a mí misma que la imagen que veo en el espejo no define quién soy. Que mi valía no está determinada por mi apariencia.

Pero es difícil. Es difícil no dejarse llevar por la presión de encajar en los estándares de belleza impuestos por la sociedad.

Es difícil no sentirse atrapada en un ciclo de comparaciones y autocrítica constante. Quizás algún día logre mirarme en el espejo sin sentir esa angustia.

Quizás algún día pueda ver mi reflejo y sentirme en paz con lo que veo. Pero por ahora, sigo luchando contra los reflejos en el espejo del desconcierto.