No comer carne y sus derivados
Los inconvenientes del veganismo y el vegetarianismo.
Lo grave de la ausencia de un alimento primario para el ser humano.
Mucha gente, por influjo de la moda, las culturas vegetariana y veganas, al momento de hacer una regulación dietética para adelgazar, o simplemente en su rutina culinaria cotidiana reduce drásticamente (a veces hasta el punto de suspender) el uso de las carnes en sus preparaciones.
No vamos a plantearnos aquí la “legitimidad” moral, ética, cultural, filosófica o religiosa de tal decisión; vamos simplemente a tratar de interpretar lo que, fisiológica y nutricionalmente sucede ante la falta de la principal fuente de proteínas de alta calidad biológica como son las carnes.
Tampoco vamos a cuestionar la indicación de reducción de este componente por patologías que así lo ameriten: Insuficiencia renal, dislipidemias severas, etc.
Por ser el hombre un mamífero de hábitos carnívoros por evolución, la ausencia de las proteínas de alto valor biológico (carnes) nunca pasa desapercibida.
En lo que compete a lo estrictamente dietético, el uso de las carnes es imprescindible dentro de los ingredientes a consumir. Las proteínas en general, tanto de las carnes, huevos o lácteos, no deben estar nunca por debajo del gramo por kilo de peso corporal en un adulto. En los niños y las embarazadas esta cifra se debe incrementar marcadamente.
Cualquier dieta con menos de un gramo de proteína por kilo de peso corporal, sea en condiciones de adelgazamiento o no, representa una carencia proteica. Quien consume menos de esta cifra está en zona de desnutrición. Le guste a quien le guste, y le pese a quien le pese, la fisiología no tiene modas ni principios exóticos, tiene reglas inamovibles.
Este porcentaje de aporte proteico garantiza no entrar en la zona de desnutrición calórico-proteica, puesto que la desnutrición calórico-proteica es el drama que padece la mitad hambrienta de la humanidad.
Si bien el aporte proteico proveniente de carnes, huevos o lácteos puede ser similar, el uso de las carnes denominadas rojas (de grandes animales como los vacunos) garantiza además el adecuado aporte de hierro para la formación de los glóbulos rojos.
El hierro animal, aportado por las carnes, es el 15% del hierro que ingresa al organismo, pero es el 85% del que utilizan los glóbulos rojos. El hierro no animal (de los vegetales) no tiene el mismo valor para las necesidades del organismo. El hierro animal, técnicamente hierro hem, tiene ingreso privilegiado en el cuerpo; el hierro vegetal (no hem) no recibe tal beneficio.
La ausencia de los derivados cárneos en forma crónica en la dieta habitual del ser humano hace imprescindible el agregado (vía fármacos), de Cianocobalamina, que es la vitamina B12 y de hierro como complementos terapéuticos, dado que ambos elementos, la vitamina B12 y el hierro, son imprescindibles para la vida.
No vamos a plantearnos aquí la “legitimidad” moral, ética, cultural, filosófica o religiosa de tal decisión; vamos simplemente a tratar de interpretar lo que, fisiológica y nutricionalmente sucede ante la falta de la principal fuente de proteínas de alta calidad biológica como son las carnes.
Tampoco vamos a cuestionar la indicación de reducción de este componente por patologías que así lo ameriten: Insuficiencia renal, dislipidemias severas, etc. Por ser el hombre un mamífero de hábitos carnívoros por evolución, la ausencia de las proteínas de alto valor biológico (carnes) nunca pasa desapercibida.
En lo que compete a lo estrictamente dietético, el uso de las carnes es imprescindible dentro de los ingredientes a consumir. Las proteínas en general, tanto de las carnes, huevos o lácteos, no deben estar nunca por debajo del gramo por kilo de peso corporal en un adulto. En los niños y las embarazadas esta cifra se debe incrementar marcadamente.
Cualquier dieta con menos de un gramo de proteína por kilo de peso corporal, sea en condiciones de adelgazamiento o no, representa una carencia proteica. Quien consume menos de esta cifra está en zona de desnutrición. Le guste a quien le guste, y le pese a quien le pese, la fisiología no tiene modas ni principios exóticos, tiene reglas inamovibles.
Este porcentaje de aporte proteico garantiza no entrar en la zona de desnutrición calórico-proteica, puesto que la desnutrición calórico-proteica es el drama que padece la mitad hambrienta de la humanidad. Si bien el aporte proteico proveniente de carnes, huevos o lácteos puede ser similar, el uso de las carnes denominadas rojas (de grandes animales como los vacunos) garantiza además el adecuado aporte de hierro para la formación de los glóbulos rojos.
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