Los triglicéridos
Los verdaderos responsables del desastre metabólico y cardiovascular que provocan el colesterol y las grasas saturadas
Cuando los triglicéridos, provenientes de los carbohidratos alimentarios, “inundan” el hígado y lo convierten en un hígado graso, se pierde toda capacidad de transformar las grasas saturadas (las derivadas de los alimentos de base animal y potencialmente aterogénicas), en grasas no saturadas (beneficiosas para la salud) y allí comienzan a provocarse las lesiones obstructivas de las arterias de todo el cuerpo.
Los azúcares, como se llaman también a los carbohidratos, son los que provocan la lesión del hígado “llenándolo” de grasa. El aporte de glucosa en exceso, provenientes de dulces, harinas, pastas, postres, cereales, semillas, son el núcleo básico para que se formen cantidades exageradas de triglicéridos.
En simples y contundentes palabras: Los triglicéridos son las grasa que nacen de los azúcares y forman el98% de toda la grasa de reserva del ser humano.
Estos triglicéridos van a decretar la “muerte” funcional del sacrificado hígado, haciéndole perder la capacidad de cumplir con sus múltiples y vitales funciones.
De este modo las placas de ateroma, que poco a poco van obstruyendo las arterias y provocando infartos, accidentes cerebrovasculares y muchas otras lesiones, deben ser achacadas más al ingreso de un exceso de azúcares en la dieta de los últimos cien años y no a la acción primaria de las grasas alimentarias. grasas, azúcares y colesterol… Todos actúan en la obstrucción.
Cada uno de los factores que intervienen en la formación de las placas de ateroma que ocluyen las arterias se comportan así:
1. El colesterol solamente transporta las grasas de un sitio a otro. Por eso siempre está presente en la “escena del crimen” … El pobre ni siquiera es de la “familia” de las grasas, pero paga las culpas como si lo fuese.
2. Los carbohidratos o azúcares son el núcleo básico para que se formen los triglicéridos, responsables de depositarse en exceso dentro del hígado y transformarlo en hígado graso.
3. Las grasas alimentarias, en su mayoría son siempre saturadas porque todos los derivados animales (carnes, huevos, quesos, lácteos, fiambres, embutidos, chacinados) siempre tienen este tipo de grasa en su estructura.
Tengamos en cuenta que el cuerpo humano es como un gran estadio de futbol donde se congregan las miles y miles de millones de células que componen cada órgano en total paz y armonía entre sí. Esta armonía es posible gracias a que el hígado, haciendo las veces de control de acceso, frena a las grasas saturadas que son agresivas y molestas para todo el público que se congrega en el estadio.
Al detenerlas, el hígado procede a quitarle todos los elementos que puedan ser de peligro para el público (las desatura) y las transforma en normales y calmados espectadores que ahora se confunden con el público general. El hígado detectó a los vándalos, los desarmó, y los hizo ingresar al estadio en calma y armonía.
Ahora, cuando el hígado es invadido por los triglicéridos la cosa cambia radicalmente.
Los triglicéridos toman el control de la entrada al estadio del cuerpo desplazando al hígado en esa función de perfecto y fisiológico control de todas las entradas. Esos triglicéridos, como no saben hacer la tarea que se encomendaron por propia cuenta (tener el control de todos los accesos del estadio), dejan pasar a cualquier vándalo que se anda suelto por la zona.
Así es que las grasas saturadas (los vándalos de turno) entran tranquilamente al estadio provocando todo tipo de desmanes, lesionando a todos los calmados espectadores.
En ese momento ya se perdió todo control sobre el normal funcionamiento del cuerpo.
Los azúcares, como se llaman también a los carbohidratos, son los que provocan la lesión del hígado “llenándolo” de grasa. El aporte de glucosa en exceso, provenientes de dulces, harinas, pastas, postres, cereales, semillas, son el núcleo básico para que se formen cantidades exageradas de triglicéridos.
En simples y contundentes palabras: Los triglicéridos son las grasa que nacen de los azúcares y forman el98% de toda la grasa de reserva del ser humano. Estos triglicéridos van a decretar la “muerte” funcional del sacrificado hígado, haciéndole perder la capacidad de cumplir con sus múltiples y vitales funciones.
De este modo las placas de ateroma, que poco a poco van obstruyendo las arterias y provocando infartos, accidentes cerebrovasculares y muchas otras lesiones, deben ser achacadas más al ingreso de un exceso de azúcares en la dieta de los últimos cien años y no a la acción primaria de las grasas alimentarias. grasas, azúcares y colesterol… Todos actúan en la obstrucción.
Cada uno de los factores que intervienen en la formación de las placas de ateroma que ocluyen las arterias se comportan así: 1. El colesterol solamente transporta las grasas de un sitio a otro. Por eso siempre está presente en la “escena del crimen” … El pobre ni siquiera es de la “familia” de las grasas, pero paga las culpas como si lo fuese.
2. Los carbohidratos o azúcares son el núcleo básico para que se formen los triglicéridos, responsables de depositarse en exceso dentro del hígado y transformarlo en hígado graso. 3. Las grasas alimentarias, en su mayoría son siempre saturadas porque todos los derivados animales (carnes, huevos, quesos, lácteos, fiambres, embutidos, chacinados) siempre tienen este tipo de grasa en su estructura.
Tengamos en cuenta que el cuerpo humano es como un gran estadio de futbol donde se congregan las miles y miles de millones de células que componen cada órgano en total paz y armonía entre sí. Esta armonía es posible gracias a que el hígado, haciendo las veces de control de acceso, frena a las grasas saturadas que son agresivas y molestas para todo el público que se congrega en el estadio.
Al detenerlas, el hígado procede a quitarle todos los elementos que puedan ser de peligro para el público (las desatura) y las transforma en normales y calmados espectadores que ahora se confunden con el público general. El hígado detectó a los vándalos, los desarmó, y los hizo ingresar al estadio en calma y armonía.
Ahora, cuando el hígado es invadido por los triglicéridos la cosa cambia radicalmente. Los triglicéridos toman el control de la entrada al estadio del cuerpo desplazando al hígado en esa función de perfecto y fisiológico control de todas las entradas. Esos triglicéridos, como no saben hacer la tarea que se encomendaron por propia cuenta (tener el control de todos los accesos del estadio), dejan pasar a cualquier vándalo que se anda suelto por la zona.
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