Los mecanismos de la compulsión [1]
[Parte uno] Las compulsiones son deseos irrefrenables por poseer algo mínimamente gratificante para encubrir o minimiza las angustias cotidianas
Compulsión es toda respuesta que en forma apremiante o forzosa (no decidida) aparece ante determinadas circunstancias emocionalmente fuertes o desagradables.
La descarga alimentaria irrefrenable, con su hambre imperiosa de carbohidratos es un ejemplo típico de conducta compulsiva. En la obesidad, como en las adicciones orgánicas, las compulsiones son los determinantes del éxito o fracaso de un plan de tratamiento y recuperación.
Toda conducta compulsiva no surge espontáneamente ni por casualidad; es el fruto de un juego sutil entre estímulos externos, interpretaciones anímicas internas y respuestas orgánicas deficientes o fuera de lugar. La adecuada combinación de estos factores dará por resultado una forma de respuesta desordenada y habitual: La conducta compulsiva.
Para explicar los mecanismos de las compulsiones podemos tomar muchas de las enseñanzas de los trabajos experimentales del eminente fisiólogo ruso Juan Petrovich Pavlov (1849-1936) sobre condicionamiento animal y los claros conceptos volcados por García Rodríguez en su libro Las adoradoras de la delgadez.
La mente humana (el software de nuestra computadora) está formada una serie de programas que tienen por finalidad lograr una adecuada interpretación de la realidad. Estos programas esenciales son los encargados de todas las funciones que nos conectan con el mundo (tacto, visión, audición, afectividad). La respuesta a dichos programas no solo es cognitiva (pensada y racional), sino también afectiva, motora y neurovegetativa-endocrino-inmunológica.
Los programas de interpretación de la realidad pueden ser primigenios (son parte de la estructura innata del cerebro) o adquiridos (incorporados durante la vida del individuo). Los programas de primigenios tienen la “fuerza de la especie” y son los encargados de guiar y proteger al individuo de los avatares de la lucha cotidiana; Son ejemplos claros de estos programas:
El programa de la ingesta: Es el que obliga incesantemente a los seres vivos a proveerse de comida para su supervivencia.
• El programa de la supervivencia: Es el que lleva a todas las especies sobre la tierra a realizar proezas inimaginables para lograr la perpetuación de sus genes y su descendencia; Marcando el ancestral llamado para la conservación de la especie
• El programa de la maternidad: Es exclusivo de las hembras, llevándolas a proteger sus crías aún a costa de su propia vida.
• El programa de la eutimia: Es el programa que regula el adecuado estado de ánimo, para poder disfrutar lo gratificante y placentero. Este es un programa eminentemente humano.
• El programa de la ataraxia: Es el programa que permite estar sin inquietud, sin angustia, sereno y no aterrado todo el tiempo. Es el filtro que nos protege de las graves situaciones posibles, pero no probables de la vida cotidiana. Siempre es posible que algo de nuestro complejo entorno nos mate, pero como es probable esa situación no suceda, el programa de la ataraxia nos libera del temor continuo. Este es otro de los programas humanos por excelencia y junto con el anterior son los que se deterioran en las situaciones conflictivas o angustiables crónicas.
Dentro de los innumerables programas adquiridos podemos citar el programa de la angustia o el programa de interpretación de la realidad
Los programas primigenios existen, pero los mismos no son controlados en forma consciente por el individuo, simplemente fluyen como el agua de un río sin poder hacer nada para evitarlo.
La aparición del contenido pleno de un programa primigenio en la conciencia, situación que no acaece en condiciones normales, es siempre un hecho transformador, para bien o para mal, pudiendo quedar en forma de alteración permanente en la estructura mental de la persona.
Continuará…
Toda conducta compulsiva no surge espontáneamente ni por casualidad; es el fruto de un juego sutil entre estímulos externos, interpretaciones anímicas internas y respuestas orgánicas deficientes o fuera de lugar. La adecuada combinación de estos factores dará por resultado una forma de respuesta desordenada y habitual: La conducta compulsiva.
Para explicar los mecanismos de las compulsiones podemos tomar muchas de las enseñanzas de los trabajos experimentales del eminente fisiólogo ruso Juan Petrovich Pavlov (1849-1936) sobre condicionamiento animal y los claros conceptos volcados por García Rodríguez en su libro Las adoradoras de la delgadez.
La mente humana (el software de nuestra computadora) está formada una serie de programas que tienen por finalidad lograr una adecuada interpretación de la realidad. Estos programas esenciales son los encargados de todas las funciones que nos conectan con el mundo (tacto, visión, audición, afectividad). La respuesta a dichos programas no solo es cognitiva (pensada y racional), sino también afectiva, motora y neurovegetativa-endocrino-inmunológica.
Los programas de interpretación de la realidad pueden ser primigenios (son parte de la estructura innata del cerebro) o adquiridos (incorporados durante la vida del individuo). Los programas de primigenios tienen la “fuerza de la especie” y son los encargados de guiar y proteger al individuo de los avatares de la lucha cotidiana; Son ejemplos claros de estos programas: El programa de la ingesta: Es el que obliga incesantemente a los seres vivos a proveerse de comida para su supervivencia.
• El programa de la supervivencia: Es el que lleva a todas las especies sobre la tierra a realizar proezas inimaginables para lograr la perpetuación de sus genes y su descendencia; Marcando el ancestral llamado para la conservación de la especie • El programa de la maternidad: Es exclusivo de las hembras, llevándolas a proteger sus crías aún a costa de su propia vida.
• El programa de la eutimia: Es el programa que regula el adecuado estado de ánimo, para poder disfrutar lo gratificante y placentero. Este es un programa eminentemente humano. • El programa de la ataraxia: Es el programa que permite estar sin inquietud, sin angustia, sereno y no aterrado todo el tiempo. Es el filtro que nos protege de las graves situaciones posibles, pero no probables de la vida cotidiana. Siempre es posible que algo de nuestro complejo entorno nos mate, pero como es probable esa situación no suceda, el programa de la ataraxia nos libera del temor continuo. Este es otro de los programas humanos por excelencia y junto con el anterior son los que se deterioran en las situaciones conflictivas o angustiables crónicas.
Dentro de los innumerables programas adquiridos podemos citar el programa de la angustia o el programa de interpretación de la realidad Los programas primigenios existen, pero los mismos no son controlados en forma consciente por el individuo, simplemente fluyen como el agua de un río sin poder hacer nada para evitarlo. La aparición del contenido pleno de un programa primigenio en la conciencia, situación que no acaece en condiciones normales, es siempre un hecho transformador, para bien o para mal, pudiendo quedar en forma de alteración permanente en la estructura mental de la persona.
Continuará…
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