Dos pueblos hermanos. El milagro que provoca la migración de las eternas golondrinas
Cada 19 de marzo entran en el valle de California, bandadas de miles de Rabadillas Canela… las mundialmente famosas golondrinas de Capistrano.
Cada 19 de marzo entran en el valle de California, bandadas de miles de Rabadillas Canela… las mundialmente famosas golondrinas de Capistrano.
Estas conocidas aves lograron, gracias a su titánica y eterna migración, que dos poblaciones totalmente distantes la una de la otra, se declarasen: “Ciudades Hermanas”.
Estas ciudades son Goya, en la provincia de Corrientes, República Argentina y San Juan de Capistrano en la baja California de los Estados Unidos... ¿Por qué?
Porque cada 23 de octubre y desde hace más de cien años, parten miles de golondrinas desde la Misión Católica de San Juan de Capistrano, monasterio que, fundado en 1776 por Fray Junípero Serra, que a la postre es el más antiguo de California.
Tras treinta días exactos de vuelo, llegan puntualmente a la ciudad Goya el 24 de noviembre, haciendo su primer descenso en la plaza San Martín de esa ciudad correntina, donde se les erigió en el año 1992 un monumento conmemorativo.
Las aves permanecen anidando en la ciudad hasta su retorno a California, y durante su estadía correntina las golondrinas se alimentan vorazmente de arañas, moscas, insectos y gusanos. La razón de su voracidad es almacenar grasa, para recuperarse de los 12.000 km del viaje inicial y prepararse para los otros de 12.000 km de regreso… Casi una vuelta completa al mundo.
El 18 de febrero emprenden el retorno a California; Durante el viaje, las golondrinas más jóvenes siguen a las más experimentadas, ya que éstas conocen los trucos para escapar de los depredadores que puedan encontrar en el trayecto. En ese período de vuelo de treinta días, no comen ni beben, ya que vuelan quince horas diarias recorriendo cuatrocientos cincuenta kilómetros desde el amanecer hasta la puesta del sol, volando a más de dos mil metros de altura para aprovechar las corrientes termales favorables existentes en los Andes.
El vuelo que comienza en Goya sigue por los valles de los ríos Paraná y Paraguay, hasta el lago Mirín, en el límite entre Brasil y Bolivia.
Superado el lago Mirín, varían su ruta hacia el oeste continuando por los valles aledaños a los Andes. Al llegar al Ecuador elevan aún más su altitud para aprovechar las corrientes de aire que se mueven hacia el Polo Norte.
Inteligentemente, no cruzan los Andes en los picos más altos, esperan alcanzar el Golfo de México, y por el Yucatán, buscan el oeste y las costas del océano Pacífico, siguiendo a lo largo de la orilla de Baja California hasta encontrar su antiguo monasterio.
Pero… ¿Por qué esto es un misterio biológico? Por la perfecta sincronización en tiempo, distancia y recorrido de su viaje. Siempre parten y llegan, desde y hacia sus destinos, en la misma exacta fecha del año y utilizando la misma perfecta ruta.
¿Por qué esto también es un misterio religioso? Porque por ser habitantes de una iglesia católica, parten y llegan en dos fechas emblemáticas para la fe cristiana. Parten el día de San Juan de Capistrano, y llegan el día de San José… Misterios que le dicen.
Porque cada 23 de octubre y desde hace más de cien años, parten miles de golondrinas desde la Misión Católica de San Juan de Capistrano, monasterio que, fundado en 1776 por Fray Junípero Serra, que a la postre es el más antiguo de California. Tras treinta días exactos de vuelo, llegan puntualmente a la ciudad Goya el 24 de noviembre, haciendo su primer descenso en la plaza San Martín de esa ciudad correntina, donde se les erigió en el año 1992 un monumento conmemorativo.
Las aves permanecen anidando en la ciudad hasta su retorno a California, y durante su estadía correntina las golondrinas se alimentan vorazmente de arañas, moscas, insectos y gusanos. La razón de su voracidad es almacenar grasa, para recuperarse de los 12.000 km del viaje inicial y prepararse para los otros de 12.000 km de regreso… Casi una vuelta completa al mundo.
El 18 de febrero emprenden el retorno a California; Durante el viaje, las golondrinas más jóvenes siguen a las más experimentadas, ya que éstas conocen los trucos para escapar de los depredadores que puedan encontrar en el trayecto. En ese período de vuelo de treinta días, no comen ni beben, ya que vuelan quince horas diarias recorriendo cuatrocientos cincuenta kilómetros desde el amanecer hasta la puesta del sol, volando a más de dos mil metros de altura para aprovechar las corrientes termales favorables existentes en los Andes.
El vuelo que comienza en Goya sigue por los valles de los ríos Paraná y Paraguay, hasta el lago Mirín, en el límite entre Brasil y Bolivia. Superado el lago Mirín, varían su ruta hacia el oeste continuando por los valles aledaños a los Andes. Al llegar al Ecuador elevan aún más su altitud para aprovechar las corrientes de aire que se mueven hacia el Polo Norte.
Inteligentemente, no cruzan los Andes en los picos más altos, esperan alcanzar el Golfo de México, y por el Yucatán, buscan el oeste y las costas del océano Pacífico, siguiendo a lo largo de la orilla de Baja California hasta encontrar su antiguo monasterio. Pero… ¿Por qué esto es un misterio biológico? Por la perfecta sincronización en tiempo, distancia y recorrido de su viaje. Siempre parten y llegan, desde y hacia sus destinos, en la misma exacta fecha del año y utilizando la misma perfecta ruta.
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