La ingesta de agua
Mucho se habla, mucho se indica, pero mucho se desconoce del agua y su relación con el funcionamiento orgánico

El agua es el componente más abundante del organismo con 60 a 70% del peso, variando solo con la edad, el sexo y el peso corporal. En el embrión el 90% es agua. Al nacer se reduce al 80%. Entre los 4 y los 10 años se estabilizan hasta la senectud donde el agua vuelve a disminuir.
En el hombre el agua es 10 a 15% más abundante que en la mujer
La mayor concentración de agua se da en primer lugar en el músculo y en segundo lugar en la piel. El tejido adiposo (la grasa corporal) prácticamente no posee agua en su interior. El agua disminuye con la obesidad (a mayor obesidad, menos agua), llegando apenas al 45% del peso.
El agua corporal tiene tres orígenes básicos: La ingerida como tal o como líquidos similares. La contenida en los alimentos sólidos y la que surge de las transformaciones internas del organismo.
La necesidad de agua, respetando la sed, es de un mililitro por Caloría de alimento ingerida.
El agua es absorbida por el intestino delgado, pero en casos de necesidad, el intestino grueso (colon), puede recuperar hasta dos litros al día.
La relación entre el agua que ingresa y la que se elimina en un adulto, es la siguiente: Agua de bebidas, 1200 mililitros. Agua alimentaria, 1000 mililitros. Agua metabólica, 300 mililitros, lo que hacen un total de ingresos de agua diario: 2500 mililitros (dos litros y medio). De no mediar nada que lo altere, tanto se ingiere, tanto se elimina.
Si los líquidos ingeridos como tales representan menos del 50% del agua total del día, su incremento al azar carece de toda justificación: Tomar dos litros de agua al día (en nuestro medio ambiente climático), es un absurdo.
Esto desalentaría en primera instancia la habitual práctica de ingesta exagerada de líquidos para solucionar una real o hipotética retención orgánica.
Por otro lado, la cantidad de agua eliminada por el cuerpo, en condiciones de temperatura templada y humedad relativa ambiente normal es la siguiente: Agua eliminada por orina, 1.500 mililitros. Agua eliminada por piel (transpiración), 600 mililitros. Agua eliminada por pulmón (respiración) 300 mililitros. Agua eliminada por heces (materia fecal), 100 mililitros.
Para mantener en perfecto equilibrio algo tan delicado como el nivel de líquidos del organismo existe el mecanismo de la sed. La sed es un reflejo universal de los seres vivos para alertar y poner en marcha los sistemas de compensación del déficit de agua corporal. El centro regulador de la sed se halla en el hipotálamo, una zona del cerebro, donde están también los centros del hambre y la saciedad.
Este centro de la sed es altamente sensible a la pérdida del equilibrio entre el agua y el Sodio.
• Si sobra agua o falta Sodio, la sed y la producción de hormona antidiurética se anulan, y el riñón elimina agua y retiene Sodio.
• Si sobra Sodio o falta agua, se activa el reflejo de la sed y se libera hormona antidiurética para que el riñón comience a ahorrar agua.
Con respecto al metabolismo del agua, hay que dejar en claro que no siempre que hay una deshidratación el reflejo de la sed está presente: En los casos que exista una pérdida de Sodio, sin estar acompañada de una disminución manifiesta del agua corporal, la sed estará ausente.
En condiciones óptimas, el reflejo de la sed aparece con una disminución de un litro de agua.
Esto es fundamental puesto que una causa no patológica (no por enfermedad) que produce este tipo de deshidratación sin sed, denominada técnicamente deshidratación hipotónica es el uso indebido de diuréticos directos. Al no tener el universal reflejo de sed como aviso de que el organismo está siendo deshidratado severamente, el paciente no tiene noción de la situación que está enfrentando.
La mayor concentración de agua se da en primer lugar en el músculo y en segundo lugar en la piel. El tejido adiposo (la grasa corporal) prácticamente no posee agua en su interior. El agua disminuye con la obesidad (a mayor obesidad, menos agua), llegando apenas al 45% del peso. El agua corporal tiene tres orígenes básicos: La ingerida como tal o como líquidos similares. La contenida en los alimentos sólidos y la que surge de las transformaciones internas del organismo.
La necesidad de agua, respetando la sed, es de un mililitro por Caloría de alimento ingerida. El agua es absorbida por el intestino delgado, pero en casos de necesidad, el intestino grueso (colon), puede recuperar hasta dos litros al día.
La relación entre el agua que ingresa y la que se elimina en un adulto, es la siguiente: Agua de bebidas, 1200 mililitros. Agua alimentaria, 1000 mililitros. Agua metabólica, 300 mililitros, lo que hacen un total de ingresos de agua diario: 2500 mililitros (dos litros y medio). De no mediar nada que lo altere, tanto se ingiere, tanto se elimina.
Si los líquidos ingeridos como tales representan menos del 50% del agua total del día, su incremento al azar carece de toda justificación: Tomar dos litros de agua al día (en nuestro medio ambiente climático), es un absurdo. Esto desalentaría en primera instancia la habitual práctica de ingesta exagerada de líquidos para solucionar una real o hipotética retención orgánica.
Por otro lado, la cantidad de agua eliminada por el cuerpo, en condiciones de temperatura templada y humedad relativa ambiente normal es la siguiente: Agua eliminada por orina, 1.500 mililitros. Agua eliminada por piel (transpiración), 600 mililitros. Agua eliminada por pulmón (respiración) 300 mililitros. Agua eliminada por heces (materia fecal), 100 mililitros.
Para mantener en perfecto equilibrio algo tan delicado como el nivel de líquidos del organismo existe el mecanismo de la sed. La sed es un reflejo universal de los seres vivos para alertar y poner en marcha los sistemas de compensación del déficit de agua corporal. El centro regulador de la sed se halla en el hipotálamo, una zona del cerebro, donde están también los centros del hambre y la saciedad.
Este centro de la sed es altamente sensible a la pérdida del equilibrio entre el agua y el Sodio. • Si sobra agua o falta Sodio, la sed y la producción de hormona antidiurética se anulan, y el riñón elimina agua y retiene Sodio. • Si sobra Sodio o falta agua, se activa el reflejo de la sed y se libera hormona antidiurética para que el riñón comience a ahorrar agua.
Con respecto al metabolismo del agua, hay que dejar en claro que no siempre que hay una deshidratación el reflejo de la sed está presente: En los casos que exista una pérdida de Sodio, sin estar acompañada de una disminución manifiesta del agua corporal, la sed estará ausente. En condiciones óptimas, el reflejo de la sed aparece con una disminución de un litro de agua.
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