La conducta alimentaria [1]

[Parte uno] Los buenos hábitos de comer y una conducta alimentaria correcta, son fundamentales al momento de evitar los desniveles alcistas del peso corporal



En lo que respecta al desarrollo de su propia conducta alimentaria el recién nacido es un actor pasivo dependiente de las señales y la regulación alimentaria de su madre. En la relación madre-hijo está la semilla de la alteración o no de las conductas alimentarias futuras del niño. Las primeras interacciones alimentarias son determinantes en el aprendizaje de la conducta alimentaria del niño y es este el periodo donde tiene lugar los procesos que llevan al conocimiento de las señales hambre y saciedad, incluyendo el desarrollo de preferencias y aversiones.

Las fallas en el proceso de aprendizaje en la primera infancia pueden provocar la obesidad infantil dice Hilde Bruch. Para Bruch algunas madres tienen dificultad para reconocer y diferenciar las señales de hambre y de otros estados de carencia o dispalcer en su hijos, tendiendo a solucionar todo con comida; Por esto el niño no aprende a decodificar sus señales internas hasta llegada su adultez, no sabiendo discriminar el hambre de otras señales displacenteras como el dolor, el abandono o la angustia por lo que en un futuro no lejano, ante la aparición de cualquiera de estos sentimientos molestos, el individuo puede volcar en la comida su alivio momentáneo, tal como le fue enseñado tempranamente por su madre.

Aquí aparece la formación de un nuevo programa de interpretación de la realidad; el anteriormente referido remiendo anímico. Este enfoque psicológico se apoya en los estudios de Dewling sobre niños con malformaciones del tubo digestivo alimentados por sonda nasogástrica; De todos estos lactantes, a los que se le respetó las señales de hambre y el límite de saciedad tuvieron, luego de su recuperación, respuestas normales hacia el alimento. Los que fueron alimentados a través de la sonda sin tener en cuenta los ritmos biológicos, desarrollaron conductas alimentarias atípicas.

Respetar los ritmos y los tiempos alimentarios del lactante es garantía de que logre una interpretación adecuada de su futuro “mundo de los alimentos”; El aprendizaje cumple un rol importante en el desarrollo de la completa experiencia del hambre y su relación con la conducta alimentaria, aun cuando no está aclarado totalmente como se realiza este proceso de aprendizaje en el niño y el papel que la relación madre-hijo tiene en este sentido.

El desarrollo satisfactorio de la conducta alimentaria depende para Lipsitt de tres factores: 1. Factores constitucionales como el reflejo de búsqueda y succión, el normal crecimiento y desarrollo fetal y la ausencia de patologías neonatales que puedan alterar el desarrollo psicomotor. 2. Condiciones ambientales adecuadas para que el recién nacido pueda realizar todas las adaptaciones y aprendizajes compatibles con los condicionamientos culturales. 3. Traspaso progresivo, y a la edad adecuada, del control psicobiológico y autorregulación de la ingesta de alimentos y conducta alimentaria.

Continuará…

Dr. Rubén Merciel



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