¿Es la obesidad una enfermedad?

Este interrogante, cuasi utópico, es el que nos desvela día a día. La humanidad está siendo espectador pasivo de su propia destrucción alimentaria

Encuadrar a la obesidad dentro del rubro de enfermedades puede parecer una extrema obviedad; pero en realidad no es hasta adentrada la década de 1970 que la Organización Mundial de la Salud (máximo organismo que entiende en el tema) acepta reglamentar que la obesidad es una verdadera y complicada enfermedad metabólica general.

Aclarado esto, podemos divagar, hasta casi filosóficamente, si la obesidad de los seres humanos que somos parte de las sociedades sin carencias extremas es realmente una verdadera enfermedad o una falta de cumplimiento a las pautas fisiológicas alguna vez asumidas. Obesidad y diabetes no son por casualidad los dos más importantes padecimientos metabólicos de los últimos años; Tienen en la alteración de la hormona insulina un eje en común.

Cada especie animal presenta hábitos alimentarios inamovibles a través de los tiempos: “…El león siempre va a comer carne y la vaca siempre va a comer pasto”, es decir que nunca transgreden (ni lo harán) las reglas estipuladas por su propia naturaleza. Es así como páncreas pequeños pueden cubrir todas las necesidades de mamíferos herbívoros y aves sin que siquiera su ablación (extirpación) provoque consecuencias graves a corto plazo.

Según los descrito por Gurtler y Ketz en su Tratado de Fisiología Veterinaria, el número de Islotes de Langerhans (las células productoras de insulina) por milímetro cuadrado de tejido pancreático es de tan solo 2 en el toro, de 7 a 9 en la ternera, de 3 a 6 en el cordero y de 3 a 5 en el caballo. Si de herbívoros rumiantes se trata, la ablación del páncreas no produce prácticamente ningún inconveniente pues dichos animales tienen la capacidad de fermentar y degradar los carbohidratos en el rúmen (un segundo estómago) y no por acción directa de la insulina como en el hombre y los mamíferos carnívoros.

En carnívoros primarios (caninos y felinos) la ablación produce consecuencias graves (diabetes-muerte) a mediano plazo. En omnívoros (cerdo) se produce la muerte a las pocas semanas. A pesar de la gravedad de los síntomas por falta del páncreas en estos carnívoros y omnívoros, la diabetes producida puede ser fácilmente controlada con pequeñas cantidades de insulina, solo 30 a 40 unidades diarias; Dosis que en los humanos puede sonar escasísima.

Si los omnívoros y carnívoros mueren por falta de insulina (debido a la grave diabetes que la ablación del páncreas les provoca) el hombre, al ser ancestralmente carnívoro y actualmente omnívoro sufrirá las mismas graves consecuencias, no ya porque un científico le extirpe su páncreas, sino por el exceso de carbohidratos alimentarios.

Con todo esto podemos entonces concluir la frase antes esbozada: La obesidad y la diabetes pueden, más que enfermedades, llegar a ser el precio que pagar por no seguir los preceptos de austeridad alimentaria y actividad física intensiva para lo que fuimos diseñados. Si el objetivo de nuestras vidas hubiese sido comer mucho y gastar poco, nos hubiesen puesto un páncreas más grande y eficiente para soportar los excesos, y eso… Eso no fue así.