El ángel del corazón

La historia de un medico rural que sigue salvando vidas. Desde un rincón de la pampa Argentina, viajó al primer mundo para cambiar los cimientos de la ciencia.



El 9 de mayo de 1967, en Cleveland, Estados Unidos, no fue un día como cualquier otro. Ese día, una mujer de 51 años, fue operada por un cardiólogo llegado unos años antes para perfeccionar sus conocimientos de cirugía desde “el país de fin del mundo”. Ese médico, dejó la ciudad donde estudió y recibió su diploma, para ejercer su noble profesión como médico rural en Jacinto Arauz, un pequeño pueblo de la pampa argentina.

Esa operación, con el paso del tiempo se convirtió, con seis millones de pacientes intervenidos, en la mayor práctica quirúrgica de la humanidad, salvando a miles y miles de personas. Tan revolucionaria fue la técnica que “inventó” aquel cardiólogo, que hoy es considerada, nada menos que como… Uno de los 400 inventos más importantes de la historia de la humanidad.

La paciente no solo sobrevivió a la cirugía, sino que tuvo una excelente recuperación y vivió varias décadas más. Así, un cardiólogo que años después, y en plena gloria mundial, dijo a los directivos de la clínica que estaba a su total disposición: “Sería un hijo de p…, si no vuelvo a mi Argentina a poner en práctica con mi gente todo lo que aprendí, así que me voy para mi tierra”

Y su amada patria, le dio la espalada en los momentos más cruciales cuando, por no cerrar su instituto de Investigaciones Cardiovasculares (un pilar de la medicina latinoamericana), acudió en busca de ayuda con las autoridades gubernamentales de turno. Tal fue la decepción ante las respuestas recibidas, que decidió poner fin a su vida disparándose en el corazón… Ese mismo corazón que ayudó a salvar a millones en el mundo entero.

Cruel respuesta de una nación compleja y patológica, que expulsa a sus héroes y apaña a los imberbes e inútiles. Desde el Padre de la Patria y libertador de Sudamérica Don José de San Martín en más, los argentinos tenemos la cruel costumbre de devorarnos nuestras glorias, como lo hacía el mitológico Saturno con sus hijos.

Pero a pesar de todo, desde el lejano año 1967, cada nueve de mayo, el mundo rinde honores al Doctor René Favaloro, un gran científico que humildemente y en silencio creó el bypass, la técnica médica de sortear las obstrucciones de las arterias coronarias, responsables de los, tantas veces mortales, infartos de miocardio.

El bypass aorto-coronario es la cirugía cardiovascular más común y se estima que en Argentina se realizan entre 40.000 y 50.000 bypass por año, a lo largo y ancho del país. La idea del bypass, recrea el principio universal para sortear obstáculos geográficos en apariencia insalvables como ríos o desfiladeros, un puente.

En suma, el bypass, que salvó, y salva, miles de vidas a lo largo del mundo no es ni más ni menos que eso: Un puente, un puente que nos traslada de la enfermedad a la zona de salud. Como un acueducto que, sorteando los accidentes geográficos, lleva el imprescindible líquido de donde sobra hacia donde falta.

Una idea simple… Una idea genial. Como sucede muchas veces con la genialidad de lo simple, y René Favaloro, aquel médico rural que emigró para perfeccionarse y volver a dar a su patria todo lo aprendido, hizo gala de esa genialidad de la simpleza. Lástima que el final no tuvo la épica del resto de su vida porque no siempre es saludable ser genial entre mediocres.

Dr. Rubén Merciel



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