Condicionamiento y Comida [2]
[Parte dos] La descarga compulsiva a la comida en momentos de tensión, condiciona su posterior adicción. Adicción tan potente como cualquier otra
Todos los síntomas enumerados en la primera parte de este informe, se hallan presentes en la anorexia-bulimia y muchos de ellos en la obesidad. Otro de los atavismos comunes a las alteraciones de las conductas alimentarias es la actividad sustitutiva, que lleva a un animal amenazado, que no sabe cómo defenderse y no logra entrar en pánico, a desarrollar una actividad sustitutiva (comer, arañar el suelo, hacer como si buscara comida).
Vemos aquí que el temor y la comida comparten caracteres comunes entre humanos y animales; Al ver esto no sorprende que el obeso coma ante situaciones de temor y la anoréxica no coma por temor hacia esa misma comida. La alteración de los programas primigenios o adquiridos no necesariamente deben llevar años para producirse.
Tomando los datos del experimento realizado por el Equipo de Minesotta, en 1950, donde se sometió durante la guerra a 36 personas a dietas de semi inanición. Al final del estudio los participantes del experimento tardaban dos horas en comer lo que unos meses antes le insumía solo dos minutos, planeaban que comer durante horas enteras; es decir que aparecieron severos atavismos en corto tiempo.
Pero no todo es tan negativo, el hombre al igual que los demás animales está dotado de un sistema de habituación a los objetos angustiógenos ubicado en las neuronas de una zona del cerebro denominada Asta de Ammon. Este sistema de habituación es el responsable de detectar las novedades y lograr su posterior habituamiento.
Gracias a este sistema de habituamiento, la aproximación progresiva al objeto agresivo hace que el temor desaparezca; El cerebro animal deja de prestar atención a algo que se ha demostrado no peligroso o bien que el mismo animal haya aprendido a soportar ese peligro. Se habituó al peligro de vivir, como todos los humanos (menos los neuróticos).
Este mecanismo de habituación se logra por una inhibición recíproca, claramente entendible en los experimentos de Pavlov. Al perro, al momento de hacer sonar un timbre, se le aplicaba una descarga eléctrica; Al cabo de un tiempo, el animal relacionaba el timbre con la electricidad y entraba en pánico. Posteriormente, por medio de un magnetófono se iba reduciendo el volumen de sonido del timbre, hasta que por habituación el perro fue perdiendo el pánico.
Al obeso prohibirle eternamente estar en contacto con los alimentos agresivos, es como al perro no reducirle el volumen del timbre; La aproximación medida y cautelosa a los alimentos prohibidos puede ser en muchos casos más que un “triunfo” de la voluntad un verdadero mecanismo de descondicionamiento.
Este descondicionamiento o desprogramación, Pavlov lo logró con sus perros cuando, luego del timbre que avisaba de la llegada de la descarga eléctrica, esa descarga era sustituida por comida. A tiempo el animal relacionó el timbre con la gratificación de la comida y no entró más en pánico.
Un obeso podría intentar hacer algo similar al perro de Pavlov: Si la compulsión es el timbre, y la descarga eléctrica es el alimento, intentar una actividad sustitutiva placentera (que haría las veces de la comida para el perro) puede lograr que cuando haya una compulsión angustiógena no se termine sistemáticamente en los carbohidratos.
Vemos aquí que el temor y la comida comparten caracteres comunes entre humanos y animales; Al ver esto no sorprende que el obeso coma ante situaciones de temor y la anoréxica no coma por temor hacia esa misma comida. La alteración de los programas primigenios o adquiridos no necesariamente deben llevar años para producirse.
Tomando los datos del experimento realizado por el Equipo de Minesotta, en 1950, donde se sometió durante la guerra a 36 personas a dietas de semi inanición. Al final del estudio los participantes del experimento tardaban dos horas en comer lo que unos meses antes le insumía solo dos minutos, planeaban que comer durante horas enteras; es decir que aparecieron severos atavismos en corto tiempo.
Pero no todo es tan negativo, el hombre al igual que los demás animales está dotado de un sistema de habituación a los objetos angustiógenos ubicado en las neuronas de una zona del cerebro denominada Asta de Ammon. Este sistema de habituación es el responsable de detectar las novedades y lograr su posterior habituamiento.
Gracias a este sistema de habituamiento, la aproximación progresiva al objeto agresivo hace que el temor desaparezca; El cerebro animal deja de prestar atención a algo que se ha demostrado no peligroso o bien que el mismo animal haya aprendido a soportar ese peligro. Se habituó al peligro de vivir, como todos los humanos (menos los neuróticos).
Este mecanismo de habituación se logra por una inhibición recíproca, claramente entendible en los experimentos de Pavlov. Al perro, al momento de hacer sonar un timbre, se le aplicaba una descarga eléctrica; Al cabo de un tiempo, el animal relacionaba el timbre con la electricidad y entraba en pánico. Posteriormente, por medio de un magnetófono se iba reduciendo el volumen de sonido del timbre, hasta que por habituación el perro fue perdiendo el pánico.
Al obeso prohibirle eternamente estar en contacto con los alimentos agresivos, es como al perro no reducirle el volumen del timbre; La aproximación medida y cautelosa a los alimentos prohibidos puede ser en muchos casos más que un “triunfo” de la voluntad un verdadero mecanismo de descondicionamiento.
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